Y es que en estos momentos en los que la fuerza viene de dentro, de la familia, de los vecinos, de la comunidad, de todos y cada uno de nosotros, juntos, unidos... en estos momentos cuando todo a nuestro alrededor está cambiando, es imposible mirar para otro lado cuando ves ciertas cosas que no lo hacen y parecen que nunca cambiarán.
Y es que muchísima gente en estos momentos sigue empujando en la dirección de la solidaridad, de la esperanza, del altruismo, de seguir construyendo un futuro donde la avaricia y la miseria no tengan cabida... pero siempre hay un pero.
Pero ese pero, que siempre nos negamos a verlo, algunas veces golpea tan fuerte en nuestro entorno que es imposible no verlo.
Imaginemos, por ejemplo, una pandemia que a los más afortunados no les deja salir de casa, y a los que no lo son tanto les arrebata a personas por las que darían su propia vida. Imaginemos que todo un país está así... o mejor... imaginemos que todo un mundo está en esta misma situación.
Sigamos imaginando: Un grupo de jóvenes, que son el grupo que tienen menor riesgo de morir, en los momentos más dramáticos de esa pandemia, se unen para intentar inventar y fabricar todo lo que la población necesita para protegerse contra un virus que puede llegar a matar a 1000 personas en 24 horas en el país... a 1000 hermanos y hermanas, a 1000 padres y madres, a 1000 abuelos y abuelas, a 1000 hijos e hijas, etc.
Ahora sigamos imaginando que la mayoría de estos jóvenes hacen todo lo posible, sin reparar en gastos, para ayudarnos a todos, sin recibir nada a cambio con la única excepción del consuelo de saber que están dándolo todo por los demás, nos conozcan o no. Gastos que en algunos casos agravan un futuro incierto de alguna empresa emprendedora o directamente la pueden llegar a dilapidar.
Y es que todo continúa, y seguimos aplaudiendo, con más fuerza que cuando todo esto comenzó... hasta que un día ves que frente a la misma situación alguna gente ofrece soluciones sacadas de su sudor, de su vida, de sus ahorros, de su futuro... otros sólo ven una posibilidad de negocio.
Bueno... ¿Y qué hacer?... llorar?, cabrearse?, insultar a la televisión?... supongo que sólo quedará seguir escuchando algún podcast sobre lo que significa la mercantilización del ser humano...
Y es que muchísima gente en estos momentos sigue empujando en la dirección de la solidaridad, de la esperanza, del altruismo, de seguir construyendo un futuro donde la avaricia y la miseria no tengan cabida... pero siempre hay un pero.
Pero ese pero, que siempre nos negamos a verlo, algunas veces golpea tan fuerte en nuestro entorno que es imposible no verlo.
Imaginemos, por ejemplo, una pandemia que a los más afortunados no les deja salir de casa, y a los que no lo son tanto les arrebata a personas por las que darían su propia vida. Imaginemos que todo un país está así... o mejor... imaginemos que todo un mundo está en esta misma situación.
Sigamos imaginando: Un grupo de jóvenes, que son el grupo que tienen menor riesgo de morir, en los momentos más dramáticos de esa pandemia, se unen para intentar inventar y fabricar todo lo que la población necesita para protegerse contra un virus que puede llegar a matar a 1000 personas en 24 horas en el país... a 1000 hermanos y hermanas, a 1000 padres y madres, a 1000 abuelos y abuelas, a 1000 hijos e hijas, etc.
Ahora sigamos imaginando que la mayoría de estos jóvenes hacen todo lo posible, sin reparar en gastos, para ayudarnos a todos, sin recibir nada a cambio con la única excepción del consuelo de saber que están dándolo todo por los demás, nos conozcan o no. Gastos que en algunos casos agravan un futuro incierto de alguna empresa emprendedora o directamente la pueden llegar a dilapidar.
Y es que todo continúa, y seguimos aplaudiendo, con más fuerza que cuando todo esto comenzó... hasta que un día ves que frente a la misma situación alguna gente ofrece soluciones sacadas de su sudor, de su vida, de sus ahorros, de su futuro... otros sólo ven una posibilidad de negocio.
Bueno... ¿Y qué hacer?... llorar?, cabrearse?, insultar a la televisión?... supongo que sólo quedará seguir escuchando algún podcast sobre lo que significa la mercantilización del ser humano...